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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 19 de mayo de 2012

Por la unidad de España ¿algún problema? / Por Germán Martín


Estadio del Barcelonoa F. C. 

Pitarán el Himno Nacional en la Final de Copa… del Rey
Barcelona F. C. - Atlethic de Bilbao C. F.
Por la unidad de España ¿algún problema?

Germán Martín

Como de costumbre, en España, lo que no mueva el fútbol… El próximo 25 de mayo el F.C.Barcelona y el Atlethic de Bilbao disputarán la final de la copa del Rey que se celebrará en Madrid, en el estadio Vicente Calderón. Puntualizar que la primera opción era el estadio Santiago Bernabéu, deseado por ambos finalistas, pero el Real Madrid se negó aludiendo calendario o alegando obras de remodelación, aunque todos sabemos la auténtica razón.
Y la comparto. Yo tampoco aguantaría en mi casa a unos señores que exhibirán símbolos independentistas, anticonstitucionales y que insultarán no al Real Madrid, sino a España.

Hasta aquí, nada nuevo. Fútbol, separatismo, lo políticamente correcto, o sea, tragar y aguantar y poco más. El asunto se pone interesante cuando se autoriza una manifestación el mismo día por la unidad de España. La convocan diversas organizaciones entre las que se cuentan Falange y otras organizaciones autodenominadas patriotas. Y la noticia nos la presentan, por ejemplo, en Europapress en los siguientes términos: “Autorizada una manifestación ultra en Madrid en la final de la Copa del Rey”. Ya estamos con los fachas.

Resulta que el hecho de que las aficiones del Barça y del Bilbao, perdón, el Atlethic de Bilbao, se están coordinando para protagonizar una sonora pitada cuando suene el himno nacional es políticamente correcto tratarlo con respeto. Del mismo modo que es políticamente correcto crucificar a quienes se manifiesten por la unidad de España. El primer disparate de nuestra sociedad es consentir que la unidad de España la tengan que defender grupos extremistas catalogados como fachas, en vez de hacerlo ciudadanos y partidos democráticos. Por supuesto que por muy demócrata que uno sea, como se le ocurra defender la unidad de España automáticamente pasa a ser un nazi-fascista radical. El discurso progre va en esa línea. Y el grueso de la sociedad mirando a Cuenca, y recibiendo.

Estos detalles cuya trascendencia es mayor de la que se imaginan muchos ciudadanos sólo muestran la deriva nacional. La parte progre del país —los chupatintas subvencionados y los nuevos espirituales de tres al cuarto— bien colocada en los sectores estratégicos y dueña del discurso políticamente correcto, se dedica a acuñar el significado de democracia y de libertad. Así, ellos pueden decidir quién es demócrata y quién no, a quién hay que tragar y a quién condenar, hasta el punto de que convierten una manifestación por la unidad de España en una atrocidad que nadie se atreve a proponer a no ser que sea un radical. Y ese es el triunfo de la progresía.

Una vez más toca regresar sobre el mismo mensaje. Una nación sólo puede sobrevivir si pone unos límites infranqueables que jamás cuestiona. Esto no les gusta a los separatistas porque ellos precisamente lo que desean es que no sobreviva la nación. Ese es su proyecto. Y por otro lado, una democracia sólo sobrevive si se garantiza el respeto escrupuloso a las normas comunes de convivencia que se acuerdan por amplia mayoría. Cuestionar cualquiera de estas bases conduce a desenlaces graves, internos y externos. Y si una manifestación por la unidad de España supone un problema, entonces estamos apañados.

De todos modos, ¿quién ha dicho que esto importa…? ¡Lo que importa es el fútbol!
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