la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 24 de febrero de 2013

Don Antonio Cañero: un Rejoneador insigne en Venezuela / Por Rafael Dupouy Gómez

Cartel de la Inauguración de la Maestranza de Maracay, el 20 de enero de 1933, donde aparece anunciado el gran rejoneador cordobés Don Antonio Cañero. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

Vaya este recuerdo para usted. 
¡Honor a quien honor merece, insigne caballero cordobés!

* La historia del gran rejoneador cordobés en ruedos venezolanos con motivo de los 80 años de la inauguración de la Maestranza de Maracay en la que Cañero participó como rejoneador; y como recuerdo del 61 Aniversario de su fallecimiento, este 21 de febrero de 2013.

Por: Rafael Dupouy Gómez

En estas líneas quiero rendir tributo y recordar al gran rejoneador cordobés Don Antonio Cañero Baena, protagonista hace 80 años de la fastuosa inauguración de la Maestranza de Maracay (Venezuela), el 20 de enero de 1933.

El 21 de febrero de 2013, se cumplen 61 años del fallecimiento del insigne caballero andaluz, víctima de la leucemia, hecho ocurrido en su finca “La Viñuela” de su querida Córdoba. 

Don Antonio Cañero, estaba calificado como el mejor rejoneador español de su tiempo. Fue un jinete excepcional, capitán del ejército español y se hizo experto caballista profesional en la doma de caballos de salto. Posteriormente, se aficionó a los toros y se dedicó al rejoneo, imponiendo el auténtico y puro estilo campero andaluz. Tenía unas condiciones que no las tuvo nadie como jinete. Era único en ese sentido. A Cañero se le debe, indiscutiblemente, el resurgimiento en España del arte del rejoneo que estaba prácticamente desaparecido. Su honradez y ética profesional lo llevó a tal punto, que en todas las corridas de toros donde intervenía, se sorteaban ocho toros y cada uno de los participantes del cartel metía la mano para saber qué toro le iba a tocar en suerte. Don Antonio Cañero, también metía su mano y sorteaba junto con los matadores. Los toros que le salían en el sorteo, los rejoneaba siempre con los pitones a toda punta, sin manipulaciones de ninguna clase.

Como dato curioso, cuando el famoso rejoneador no podía liquidar a sus toros con el rejón de muerte, se bajaba de su jaca, echando pie a tierra, le pegaba cinco o seis muletazos y se perfilaba para entrar a matar, ejecutando la suerte suprema con la técnica, el conocimiento y la destreza de un matador de toros.

SU DEBUT EN VENEZUELA EN 1930

Don Antonio Cañero toreó dos tardes en el Nuevo Circo de Caracas demostrando su gran calidad como rejoneador. Su debut en Venezuela fue el domingo 23 de marzo de 1930, actuando con los diestros españoles Juan Luis de la Rosa y José Paradas. Cañero deleitó a la concurrencia con sus hermosos regates sobre sus jacas bien adiestradas. Los toros que se lidiaron eran de la ganadería “La Quebrada”, propiedad de Gonzalo Gómez, hijo del General Juan Vicente Gómez.

En su primer toro, que fue un buen ejemplar, recibió una fuerte ovación, dando la vuelta al ruedo, solicitando el público la oreja. Durante la lidia de su segundo toro, Antonio Cañero demostró su gran categoría como rejoneador, al lograr con habilidad y maestría, a pesar de la tardanza del toro al embestir, vistosos y variados adornos sobre su cabalgadura, que culminó dando muerte al toro al segundo intento con el rejón de muerte, sin puntilla, siéndole concedidas las orejas y el rabo esa memorable tarde de su debut en Venezuela.

El cronista taurino venezolano don Henrique Chaumer “El Marqués de los Morrillos”, en referencia a la actuación de Cañero en el Nuevo Circo de Caracas, señaló:

“Y a los acordes de un flamenco pasodoble sale la cuadrilla; pero esta vez no viene como de costumbre, con esa pobreza que le imprime la falta de los caballeros en la plaza. A su frente marcha garboso, jinete en magnífica jaca andaluza, el gran rejoneador Antonio Cañero. Su traje campero, sobrio y evocador de las dehesas españolas, hace contraste a los de los toreros de a pie, lujosos, brillantes y estilizados.

La novedad es el renombrado caballista. Para algunos, los muy documentados, Cañero pondrá ante nuestros ojos la visión de tiempos pretéritos, de aquellos en que Carlos V, con ocasión del nacimiento de Felipe II, lidió toros en Valladolid, y por cierto que esta fastuosa celebración hubo de dejar huella imborrable en el espíritu del austero monarca, pues sabido es el empeño que pusieron las Cortes en muchas ocasiones para que fueran abolidas las fiestas taurinas. Negóse a ello D. Felipe, Rey entonces de España y Portugal y como había hecho su padre, celebró la venida al mundo del tercero de los Felipes, con una monumental corrida de toros.

Cabalgando en una jaca castaña fina y nerviosa, va Cañero al bovino que tarda en embestir. Porfía el caballero y logra el ataque, defendiéndose con una habilidad insuperable. Quiebra un rejón segando. Al palitroquear, se pasa la primera vez, luego clava un par inmenso por dentro. Entusiasta ovación. Al adornarse con el ancho sombrero, se libra milagrosamente de una cornada. Cita de frente; pero el astado no acude; después pone un par que se cae. En este instante pensamos, el rejoneador tiene que dominar dos bestias, el caballo y el toro... y por ende a la más temible de las fieras: el público.
Vuelve a armarse del rejón de muerte; de primeras clava un pinchazo contrario, luego otro rejón que mete en todo lo alto y tumba sin puntilla. Al caer el cornúpeto salta por encima la jaca victoriosa, una y otra vez... Estalla una ovación clamorosa, ondean miles de pañuelos pidiendo el máximo galardón, y se conceden a Cañero las orejas y el rabo del quebradeño. El maestro de equitación y de toreo a caballo da la vuelta al anillo, con un gran ramo de flores que manos femeninas le arrojaron al pasar, y hasta el mismo equino parece orgulloso de la faena que acaban de realizar”.


El Marqués de los Morrillos.
(Periódico “El Nuevo Diario”, 24 de marzo de 1930).

Posteriormente, don Antonio Cañero, debido al éxito obtenido en su debut, repitió cartel con Juan Luis de la Rosa y José Paradas, el 30 de marzo de 1930, en el Nuevo Circo de Caracas. Durante su segunda presentación y despedida, el gran rejoneador español tuvo una actuación regular por el mal comportamiento de las reses. Cañero, simplemente cumplió y brindó uno de sus toros al famoso tenor español Miguel Fleta que se encontraba presenciando la corrida. Recibió algunos aplausos del público que esperaba una mejor tarde en su despedida de Caracas.


SU AMIGO FLORENCIO GÓMEZ NÚÑEZ LE SALVÓ LA VIDA

En la foto aparece el gran rejoneador don Antonio Cañero, convaleciente de las graves cornadas sufridas en la ganadería “La Providencia”, lo acompaña su amigo Florencio Gómez Núñez. 1930. Foto: González Hach. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

Los hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, tuvieron una gran amistad con el famoso rejoneador don Antonio Cañero, desde que vino a Venezuela en el año 1930. En ese mismo año, casualmente, le pegó dos graves cornadas un toro de la cría de los hijos del General Juan Vicente Gómez en la finca “La Providencia” ubicada en Turmero, Estado Aragua. Así recordaba lo ocurrido mi abuelo Florencio Gómez Núñez:

“Encerrando una corrida para Caracas, don Antonio Cañero estaba probando un toro que resultó muy manso en nuestra ganadería “La Providencia”. Cañero, le citó con el capote varias veces y el toro no se le arrancaba. Allí estuvo luchando con él para que embistiera, pero en un momento de descuido, Cañero se metió en el burladero y volteó la cara para hablar conmigo que me encontraba detrás. De repente, el toro se le arrancó y le metió el pitón dentro del burladero y lo sacó, pegándole dos cornadas, una en el muslo derecho y la otra en el vientre que le partió el peritoneo. Gracias a Dios, yo reaccioné inmediatamente y le pude hacer el quite, porque me asomé por el otro lado del burladero y le tiré el capote al toro y éste se vino con él.
No había ningún torero presente. Mi cuñado, Ramón Martínez Ruí, le aplicó, rápidamente, un torniquete para detener la sangre que emanaba del muslo de Cañero e inmediatamente, lo montamos en mi automóvil, y lo llevé conduciendo hasta Maracay, donde lo operó de emergencia mi cuñado, el Dr. Ramón Ignacio Méndez Llamozas. Gracias a Dios se pudo salvar de esas graves cornadas”.

Antonio Cañero, después del grave percance sufrido, le regaló a mi abuelo una fotografía con la siguiente dedicatoria: “Para Florencio Gómez un recuerdo de su siempre agradecido amigo, Antonio Cañero. Maracay, mayo de 1930”.

Una crónica de la época titulada “Cañero Convaleciente”, publicada en la Revista “Elite”, señalaba:

“Los numerosos amigos de Antonio Cañero y la afición en general están de plácemes con su rápida convalecencia de las terribles cornadas que recibiera de un toro de media casta en los potreros aragüeños de “La Providencia”, después de un interesante día de campo en compañía de Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, Ubaldo Chiara, Ramón Martínez, Modesto de Aysa y otros arriesgados taurófilos. El pundonoroso caballista fue trasladado, inmediatamente después de herido, a la moderna clínica que en Maracay dirigen los ilustrados facultativos doctores Ramón Ignacio Méndez Llamozas y Julio De Armas. El Dr. Méndez fue quien hizo la primera cura a Cañero, encontrando las heridas de suma gravedad. Gracias a los constantes y solícitos cuidados de los doctores Méndez, De Armas y Tagliaferro Jr., el corajudo Don Antonio se encuentra en francas vías de restablecimiento y se podrá embarcar para España. Don Antonio Cañero se propone volver a Venezuela, con sus jacas, para torear la temporada de fines del presente año. Traerá varios toreros de categoría y toros de las ganaderías más acreditadas de la Península. Organizará una gran corrida Goyesca”.

Mi abuelo Florencio Gómez Núñez, le manifestó a don Antonio Cañero su deseo de adquirir una jaca de las mejores domadas de España y el afamado rejoneador, le compró una jaca que se llamaba “La Cabrera”. Era estupenda. Se había ganado el Primer Premio en España en el año 1931, como la jaca mejor domada a la andaluza en Jerez de la Frontera. Cañero, se la trajo cuando vino nuevamente a Venezuela y durante dos o tres años estuvo mi abuelo montándola.

Innumerables tientas y faenas de campo realizaron Antonio Cañero y los hermanos Gómez Núñez en compañía de familiares y amigos en la ganadería “Guayabita” en el año 1932, siendo director de labores el distinguido caballista cordobés don Antonio Cañero, quien vino de España con un magnífico lote de vacas y toros de célebres dehesas para fomentar la novel ganadería de lidia de Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, “Guayabita”.

ANTONIO CAÑERO Y JUAN BELMONTE SELECCIONAN GANADERÍA

Los hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, decidieron la compra de una ganadería de toros de lidia pura casta española para traerla a Venezuela. Esa ganadería fue escogida, aconsejada y aprobada, nada menos que por sus grandes amigos Juan Belmonte y Antonio Cañero. La ganadería era la de los hermanos Pallarés Delsors ubicada en Cabra, Córdoba. Era una ganadería de mucho prestigio en España.

La ganadería fue seleccionada por Juan Belmonte y Cañero, lo que se dice “por delante”, probaron toda la ganadería y seleccionaron lo mejor de ésta, para traerla a Venezuela. Se compró la mitad de la ganadería de los hermanos Pallarés, por parte de los hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, y se trajo la ganadería en un barco alemán desde Cádiz, donde la embarcaron con destino a Venezuela.

El número de vacas adquiridas fue 180 y de sementales 12, una corrida de toros y unos añojos. Así quedó conformada “Guayabita”, la primera ganadería de toros pura casta española fundada en Venezuela por la desmedida afición de los hermanos Gómez Núñez.

ANTONIO CAÑERO INAUGURÓ LA MAESTRANZA DE MARACAY

“Esta plaza de toros es la más bonita que existe en el mundo y yo inauguro con más placer”. Antonio Cañero, Maracay, 20 de enero de 1933.
Así se expresó, en sentida dedicatoria a los hermanos Gómez Núñez, don Antonio Cañero, el gran rejoneador español, quien también participó en la solemne inauguración de la Plaza de Toros Maestranza de Maracay. La corrida inaugural fue celebrada, el 20 de enero de 1933, lidiándose 8 toros de la ganadería “La Providencia” de los hermanos Gómez Núñez, para el rejoneador español don Antonio Cañero y los matadores de toros, Eleazar Sananes “Rubito” (venezolano), Manolo Bienvenida y Pepe Gallardo (españoles).

Don Antonio Cañero, se presentó con sus hermosas jacas, brindando al público presente momentos de gran belleza y destreza como consumado caballista. No tuvo suerte con los toros que le tocaron durante su actuación, porque acometieron poco a su cabalgadura. Cañero, brindó su primer rejón al Presidente de la República, Benemérito General Juan Vicente Gómez, correspondiendo, al famoso rejoneador español, despachar con el rejón de muerte, al primer toro lidiado en el hermoso coso taurino construido por iniciativa de los hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, propietarios, ganaderos, empresarios y grandes impulsores de la fiesta brava en Venezuela.

En el año 1936, mi abuelo Florencio se reencontró con su gran amigo don Antonio Cañero en España y visitó en varias oportunidades su finca “La Viñuela” en Córdoba, siendo amablemente atendido.
La inmensa generosidad de Cañero, se manifestó, posteriormente, en los años de la posguerra, donando 51.500 metros cuadrados de su finca para la construcción de 1.857 viviendas de interés social para las clases más necesitadas.

Don Antonio Cañero con la sobrina y ahijada de Florencio Gómez Núñez, Alexandra Santana Gómez. Feria de Sevilla de 1951. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez)..

El magnífico rejoneador, recibió el año pasado 2012 varios reconocimientos en su ciudad natal, donde se espera pronto erigir un monumento, como homenaje a su memoria. Se encuentran, en proceso de recuperación, las películas en las que participó como actor de cine. Excelentes libros se han escrito sobre su vida como “El Libro de Cañero” (1927) de Rogelio García Pérez, que conservo dedicado a mi abuelo por el propio don Antonio Cañero, “Tauromaquia de Cañero” (2002) escrito por mi amigo Paco Laguna, que considero una auténtica joya por su acuciosa investigación histórica y el valioso material gráfico que contiene su libro y “Don Antonio Cañero. Una visión apasionada” (2012) de Domingo Echevarría.

Vaya este recuerdo para usted. ¡Honor a quien honor merece, insigne caballero cordobés!

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