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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 20 de junio de 2014

Coronación por lo civil / Por Javier Esparza




"...Esta gente cree que la Constitución pesa más que la Biblia y que el credo autonómico salva más que la cruz..."


Coronación por lo civil
  • También han desaparecido el yugo y las flechas del blasón borbónico. Debe de ser por lo mismo: cosa de fachas. Es cosa de fachas el pasado, la historia, la tradición… Los Reyes Católicos, ya se sabe, eran muy fachas. Como Don Pelayo. Como Recaredo. Como Carlos I. O a lo mejor es que el mismo que se propone capar la cruz de la corona –porque esto será lo próximo, digo yo- piensa que lo del yugo y las flechas era cosa de Franco.

Una monarquía zapateriana sin cruces, ni biblias ni toda esa parafernalia tan “de otro tiempo”. Esta gente cree que la Constitución pesa más que la Biblia y que el credo autonómico salva más que la cruz.

En los últimos años, al ritmo de la neorreligión laicista impulsada por los poderes públicos, se ha puesto de moda repetir los clásicos rituales de la civilización católica pero travestidos de “laicidad”. Así hay familias, por ejemplo, que organizan “comuniones civiles” para sus niños, no sea que el chiquillo se quede sin fiesta. Son comuniones sin comunión, pero, eso sí, con mucho “progreso”. Pues bien, lo mismo es lo que ha hecho Felipe VI con su coronación: ha sido una coronación por lo civil. Podía haberla oficiado el concejal de Urbanismo. Una monarquía zapateriana sin cruces, ni biblias ni toda esa parafernalia tan “de otro tiempo”. Ahora se prefiere la parafernalia autonómica y constitucional. Por algún extraño motivo, esta gente cree que la Constitución pesa más que la Biblia y que el credo autonómico salva más que la cruz. Vizcaíno Casas no lo hubiera hecho mejor… en chirigota.

También han desaparecido el yugo y las flechas del blasón borbónico. Debe de ser por lo mismo: cosa de fachas. Es cosa de fachas el pasado, la historia, la tradición… Los Reyes Católicos, ya se sabe, eran muy fachas. Como Don Pelayo. Como Recaredo. Como Carlos I. O a lo mejor es que el mismo que se propone capar la cruz de la corona –porque esto será lo próximo, digo yo- piensa que lo del yugo y las flechas era cosa de Franco. Como los Héroes de Baler y del Dos de Mayo. O como María Pita. Como Agustina de Aragón. Otra facha.

El discurso de Su Majestad ha sido todo un ejemplo de concordia… dirigido a quienes llevan años rompiendo todas las concordias. Uno lee esas palabras escritas, sin duda, por algún periodista “de la situación”, y lo que descubre es a un rey obsesionado por agradar a quienes le van a rechazar. Obstinada ofuscación borbónica: masajear al enemigo pensando que al amigo ya lo tienes seguro. Pero no: mañana ya no habrá nadie para jugarse la vida por la Corona (como, por otro lado, tampoco habrá nadie para jugársela por el Altar). 


A este rey se lo comerán los mismos a los que La Zarzuela ha pretendido cumplimentar con todas estas lisonjas. No se puede hacer la “monarquía de Podemos”. Julián Marías, al que en otro tiempo se hacía mucho caso en los círculos coronados, solía repetir aquello de que “no se debe intentar contentar a los que no se van a contentar”. A lo mejor la frase tiene demasiados infinitivos para que la entiendan los cerebros de la nueva monarquía.

Yo nunca he sido muy monárquico, pero pensaba que tener un rey podía ser importante. Para España. Para la nación. Aquí mismo lo escribí hace unos días. Por otra parte, ¿qué quiere usted que le diga? No puede uno pasarse la vida escribiendo sobre la historia de España y desprenderse así como así de la institución más veterana del país. Pero he aquí que esa institución, hoy, ha renunciado a sí misma. Supongo que eso me libera de servidumbres. Supongo que eso me permite, al fin, ser republicano. Delenda est monarchia, decía el pedante de Ortega. Lo de hoy es aún peor: delenda est intellegentïa.

4 comentarios:

  1. Conociendo el perfil ideológico de José Javier Esparza, en donde ha colaborado, nada más y nada menos en intereconomía, es muy fácil expresarse sobre un guión de extrema derecha.

    Los profetas de la extrema derecha aseguran que son tradicionalistas, transversales, identitarios o patriotas, pero no ultraderechistas. Y no se quedan ahí. José Luis Roberto, líder y candidato del partido ultra de España 2000. De este buen español hay que recordar lo que recito emocionado "una antigua frase de José Antonio" referida a ladrones y corruptos: "Siempre encontraré una cuerda en los desvanes y un árbol en la campiña y haré que mis camisas azules le pongan la cuerda en el cuello, lo cuelguen en el árbol y estiren hasta que se muera". En ese momento, el orador añade lo siguiente, ya de su cosecha propia: "Esto es lo que se merecen los que nos están robando".

    Se supone que aquello fue una licencia poética lanzada al aire bajo el manto protector de la libertad de expresión. Son también libres sus militantes para tachar de "invasores" a los inmigrantes o corear este pareado: "Con los rojos, hambre y piojos".

    José Luis Roberto fue detenido durante la transición por la colocación de dos bombas en unos encuentros independentistas en Valencia, hechos por los que nunca fue condenado. Ha sido acusado por diversos sectores de fundar y financiar los grupos Acción Radical (activo entre 1990 y 1995) y Frente Antisistema (FAS), aunque no ha sido juzgado ni condenado por ello.

    Josep Anglada, mantiene que no es "xenófobo, sino realista", y que su partido “no es de derechas ni de izquierdas”, sino “la plataforma del sentido común al servicio del ciudadano”.

    Anglada fue el Fundador del partido político de ultraderecha Plataforma per Catalunya. Comenzó su actividad política con 19 años en la extrema derecha con Fuerza Nueva, con la que organizaba viajes al Valle de los Caídos, en las elecciones al Parlamento Europeo de 1989 fue candidato del partido ultraderechista Frente Nacional, liderado por el antiguo líder franquista Blas Piñar.

    Y Rafael López Diéguez va incluso más allá, asegurando que Alternativa Española trasciende la categoría política y es "un instrumento al servicio de Dios y de España".

    Por supuesto, no todo es nuevo bajo el sol. Rafael López Diéguez, secretario general de Alternativa Española, se define como socialcristiano y transversal, aunque ya en el segundo punto de su programa político entra de lleno en la reivindicación nacionalista. AE culpa a PP y PSOE de la "disgregación" del país y propone "un urgente proceso de restauración nacional".

    Y sabe de lo que habla. López Diéguez está casado con la hija de Blas Piñar, Tras la muerte de Franco, Piñar refundó Unidad Nacional como Frente Nacional -concebido como un gemelo de su homólogo francés y apoyado por el Movimiento Social Italiano- con la ambición fallida de constituirse en un referente de la denominada euroderecha. Se ha relacionado tanto con la Alianza por la Unidad Nacional de Ricardo Sáenz de Ynestrillas como con FE-La Falange y no oculta su nostalgia franquista.

    De momento, el pastel de la extrema derecha española nacional seguirá repartido entre los mismos grandes barones, incluyendo los que reniegan del epíteto. "El sistema tiende a etiquetar para desacreditar", explica a El Confidencial Manuel Canduela, que fue falangista en la adolescencia. En la juventud, también, militó en la agrupación neonazi valenciana “Acción Radical”, por lo que fue condenado en 1995. Es después de una pugna interna, líder del partido ultraderechista Democracia Nacional y dice Canduela. "Basta leer nuestra propuesta para ver que no somos de derecha convencional, mucho menos de extrema derecha".

    Cada uno es muy libre de decir lo que piensa, lo malo es que ninguno tiene la verdad absoluta, ni la derecha ni la izquierda, mucho menos los extremos de las dos tendencias.

    Estamos en 2014 aunque para algunos les gustaría estar en la primavera de 1939.

    Fulgencio D F

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  2. Esto le escribía un supuesto joven a Don Felipe, Príncipe de Asturias, días antes de proclamase Rey de España. “Permíteme tutearte y así te vas acostumbrando a este pueblo que no respeta las jerarquías, a este pueblo sediento de igualdad. Eres muy inteligente quedándote en silencio mientras parte del pueblo se desahoga y pide la república. Sabes que hay que dejarles soltar la energía, que debes hablar sólo cuando estén desahogados para que nadie te interrumpa, para que alguno te escuche. Espero que demuestres la misma inteligencia cuando te toque hablar, que tienes por delante un reto terrible: dirigirte a un pueblo que no confía en tu institución.

    1. Las cosas se han puesto muy difíciles para los pocos monárquicos de mi edad. Nos ha costado ser leales y a ratos hemos dejado de serlo. Hay monárquicos fanáticos y tontos, pero muchos somos perfectamente razonables. ¿Por qué soy monárquico si soy razonable? –me preguntará algún republicano–. a) Por repulsión a los políticos trepadores y deshonestos. b) Porque admiro el funcionamiento de las monarquías avanzadas de Europa, como Holanda, Noruega o Gran Bretaña. c) Porque no creo que la monarquía constitucional sea más anacrónica que la bandera tricolor. d) Porque antes prefiero un puesto hereditario que un campo de tiro para los mangantes de los partidos políticos. e) Porque uno es monárquico hasta que deja de serlo, en función del trabajo que haga el monarca, y ahí está el quid: ser monárquico ahora mismo es darte a ti, Felipe, una oportunidad. Cuestión de simpatía y confianza, pero no olvides el significado circunstancial y huidizo de la palabra “oportunidad.” Como vienen, se van.

    2. Decía que no ha sido fácil ser monárquico en los últimos tiempos. Tu padre nos puso las cosas difíciles con el fregado de Cristina y su innombrable marido. La familia del Rey somos nosotros, los españoles, por encima de sus hijos y parientes. Ahí está la grandeza del símbolo y su trágica fragilidad. El Rey vive al servicio del país y el país le da, a cambio, una buena vida, a él y a su familia. Es un pacto que requiere lealtad. Juan Carlos I falló a su lealtad entorpeciendo la justicia: puso a su familia carnal por encima de su pueblo. Un rey así es carne de destronamiento. Sin embargo, un rey que desasiste a su hija se convierte en símbolo trágico a la altura de la tragedia del pueblo español.

    Ahora llegas tú, y el proceso judicial no ha terminado. Debes elegir, y para el pueblo la cuestión está muy clara. Si cometes el error de tu padre, nadie te lo va a perdonar. La monarquía está herida y el pueblo exige ejemplaridad. Permite que la justicia haga lo que tenga que hacer y habrás demostrado grandeza.

    Continuara

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  3. 3. Si escuchas a quienes piden república, verás que muchos piden regeneración. Traer regeneración es una tarea difícil para ti, que no puedes inmiscuirte en la política del Parlamento. Alguien tiene que hacer limpieza en las instituciones, alguien tiene que devolver el poder a la ciudadanía antes de que todo salte por los aires y tú sólo puedes arbitrar. El problema es que sanear la democracia pasa por someterse a ella. ¿Sobrevivirías a un referéndum sobre la monarquía? En Bruselas me acerqué a la protesta republicana y escuché lo típico: guillotina y que te fueras a tomar viento, pero entonces apareció un chico joven, cogió el megáfono y dijo algo mucho más razonable:

    –Estamos aquí para pedir democracia. Aquí todos somos republicanos, pero esto debe someterse a referéndum. El pueblo, en democracia, puede decidir que siga habiendo monarquía. ¡Y habrá que aceptarlo si realmente queremos democracia!

    ¿Tú quieres democracia? Si te la juegas y permites un referéndum, es posible que el pueblo valore el gesto y te elija a ti. Yo echo un vistazo a los que serían candidatos para tu cargo y te voto sin dudarlo. ¿Qué hay de malo en abrir consulta? Ya contesto yo: la fuerza del símbolo republicano. Una fuerza que empieza a volverse huracanada.

    4. Si te fijas, los republicanos españoles son patriotas sin país. Y tú has de representar a un país donde todos estén contentos. Y ellos quieren que te vayas para estar contentos en este país. ¡Vaya paradoja! Nunca ha visto Madrid tantas banderas de España como salieron ayer en las manifestaciones republicanas. ¿Que la tricolor no es la bandera de España? ¡A ver quién convence de eso a un republicano! El patriotismo se basa en los símbolos y nadie puede imponer sus símbolos a los demás. Nuestra tragedia fue la Guerra Civil y la Guerra Civil no ha terminado. Tu padre pensó que estaba resuelto y se equivocaba. Aquí no hay concordia ni hay reconciliación. España está rota en pedazos: la nación de Cataluña tira con fuerza hacia el mar, las identidades han echado a correr en direcciones opuestas, la izquierda insulta a la derecha y la derecha insulta a la izquierda en medio de un fragor de desigualdad. Llegas, Felipe, a un país sin patriotismo donde cada cual se agarra a su identidad y a su convencimiento. La revista El Jueves dio en el clavo con su última portada: se ve a tu padre poniéndote una corona maloliente en la cabeza.

    No sé cómo pueden seguir creyendo los republicanos que lo tuyo es un privilegio. Una cruz como España de grande.

    Buena suerte, don Felipe, por la cuenta que nos trae.

    Carmelo Cuesta

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  4. El señor Esparza ignora u oculta que el yugo y las flechas desaparecieron de los escudos de todos los monarcas españoles posteriores a los Reyes Católicos y anteriores a Juan Carlos I. Sobre el significado del yugo y las flechas y la cruz de Borgoña de las armas de Juan Carlos I, en Google: "BOE 26/04/1971 estandarte juan carlos príncipe España".

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