la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 17 de noviembre de 2015

Novedades desde Sevilla / por A. R. del Moral


La nueva Venta de Antequera

  • Los primeros pasos de la Fundación de Lidia
  • El monumento a Canorea ya es casi una realidad
  • La Venta de Antequera: una oportunidad
  • La Real Venta de Antequera recupera su lugar en el mapa taurino de Sevilla
Novedades desde Sevilla

La Fundación del Toro de Lidia tiene todo el invierno para preparar sus estrategias de defensa para un sector que podría tener un gran e inmejorable escaparate en la recuperada Real Venta de Antequera

La Unión de Criadores ha vuelto a adelantarse al resto de los actores de esta película empujando la constitución de la Fundación de Lidia. Los escépticos también están dentro de la casa pero el esfuerzo -a pesar de los improductivos precedentes- es digno de todo elogio. Los objetivos principales ya se los hemos contado: defensa jurídica del sector y la actividad y adecuada comunicación. En cualquier caso sí conviene aclarar que dicha fundación pertenece aún al ámbito estricto de los ganaderos de bravo. El apoyo del empresario Manuel Martínez Erice –a título personal o representando a ANOET, que eso no lo sabemos– y el del modesto diestro charro Juan Diego –imaginaremos que detrás tiene a la Unión de Matadores– no se ha concretado aún con su entrada real en la junta de patronos del invento. Desde la cúpula del máximo órgano ganadero se asegura que esa vinculación será efectiva en poco tiempo. En cualquier caso, la loable iniciativa de los criadores de bravo necesita, más que nunca, el concurso de los rostros que podrían dotar de verdadera fuerza mediática el invento: las figuras del toreo. El Juli ya ha puesto sus complacencias pero aún no se ha apuntado en el banderín de enganche. Morante anda haciendo la guerra por su cuenta para ajustarle las ídem al asaltaplazas de plantilla. Del resto de la tropa, nada se sabe. Hay que ponerse las pilas, ¿no?

La Venta de Antequera: una oportunidad

Los toros volvieron a la Real Venta de Antequera. El esfuerzo y la apuesta deLola Rojas y Daniel de la Fuente son dignos de todo elogio y merece estar acompañado del éxito. El órdago lanzado a los profesionales –toreros, empresa y ganaderos– para recuperar los históricos corrales de Bellavista como escaparate de las corridas de la Feria de Abril no debería caer en saco roto. ¿Qué mejor publicidad para una feria, para una fiesta, para este peculiar mundillo? Las reses de Fermín Bohórquez devolvieron por un día el inquietante pulso que sólo puede dar el toro bravo. Esos corrales, que pudieron ser convertidos en un impersonal supermercado, ya habían sido arrebatados a la maleza y los jaramagos para servir de aula formativa del Club de los Aficionados Prácticos. Pero la recuperación de su función original sería un gran activo en estos tiempos de dificultades. Los toros se dejaron de exponer hace más de un cuarto de siglo por el desinterés y la cortedad de miras de los profesionales. El guante se lanzó el viernes. La pelota está en el tejado. La oportunidad es de oro. Y nos marchamos; con la bandera a media asta. La gente del toro lleva a Francia en el corazón. 
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El monumento a Canorea ya es casi una realidad

La pretensión de la comisión impulsora –encabezada por José Luis del Serranito- es colocarlo delante de la plaza de toros de la Maestranza, junto a las taquillas del paseo de Colón


Diodoro Canorea Arquero tendrá muy pronto su monumento en Sevilla coincidiendo con los 15 años de la desaparición del recordado empresario de la plaza de toros de la Real Maestranza, suegro del actual gerente de la empresa Pagés. Eso sí, la obra de Jesús Cuesta Arana –que ya se encuentra modelada en barro antes de ser fundida en bronce- aún no cuenta con un emplazamiento definitivo aunque la pretensión de la comisión impulsora –encabezada por el empresario José Luis Cabeza– acaricia la idea de colocarlo delante de los muros de la propia plaza de toros, junto a las taquillas oficiales del paseo de Colón.

José Luis Cabeza, propietario de los Mesones Serranito, abanderó hace tres años este proyecto en unión de un grupo de aficionados y antiguos toreros sevillanos. La escultura ya se encuentra en su última fase de ejecución y la comisión impulsora ha podido contemplarla en la localidad serrana de Alcalá de los Gazules, donde Cuesta Arana tiene su estudio de escultura. «Es un reconocimiento a su inmejorable labor como empresario», destaca Cabeza, definiendo al recordado empresario del coso del Baratillo como un “romántico” y destacando su cualidad de «excelentísima persona que ha dejado un recuerdo imborrable tanto dentro como fuera de la fiesta de los toros».

El grupo escultórico retrata de cuerpo entero a Diodoro Canorea –fallecido en enero de 2000- junto a un inconfundible burladero de la plaza de la Maestranza y un cartel desplegado con los nombres deJoselito y Belmonte. El escultor también ha modelado unas cornadas que arañan las tablas y un clavel caído en el suelo, «como símbolo del triunfo del excelente empresario». Jesús Cuesta Arana señala que el monumento se finalizará en bronce, a escala natural, y con unas dimensiones de 2,20 metros de ancho por 1,70 metros de alto. «Es una obra muy compleja donde he intentado cuidar todo tipo de detalles para reflejar en el conjunto la mayor expresividad posible», explica el escultor gaditano que ha representado a Canorea, que llegó a la gerencia de la plaza de la Maestranza por su matrimonio con Carmen Pagés, vestido con su traje y corbata habituales «en una pose y mirada relajada pero no exenta de fuerza expresiva». El grupo escultórico, detalla el creador, tiene un volumen de dos toneladas y será fundido empleando la técnica de la cera perdida.

El primer boceto de la obra ya había sido presentado oficialmente el pasado mes de abril pero la escultura definitiva aún debe salvar un fielato fundamental: el placet de los propietarios de la plaza de Sevilla, la Real Maestranza de Caballería.
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La Real Venta de Antequera recupera su lugar en el mapa taurino de Sevilla


Lola Rojas y Daniel de la Fuente, sus actuales propietarios, han recuperado este espacio emblemático después de años de abandono

El sencillo y emotivo brindis de Eduardo Dávila Miura a Lola Rojas –actual propietaria– era la mejor forma de inaugurar el histórico recinto regionalista, reliquia de unos tiempos y unos modos que se fueron, puerta del campo en la orilla de la ciudad y monumento recuperado del arte regionalista, el que más y mejor representó la Sevilla de la Edad de Plata. La Real Venta de Antequera ha resistido contra viento y marea, cercada por bloques desarrollistas, forrada de maleza y jaramagos, remendada de desconchones… pero el tesón de Lola Rojas y Daniel de la Fuente ha obrado el difícil milagro.

Sin desprenderse de la teba ni la corbata, el diestro sevillano secundó a Pepe Luis Vázquez, que abrió el tentadero inaugural con esas formas suaves, naturales –herencia de los viejos– que trajeron aires de otro tiempo para lidiar sendas reses –una becerra colorada y un precioso añojo– de Fernando Sampedro y Manuel Vázquez Gago. En el pabellón anexo a la placita de toros, una fotografía de Arjona recordaba a su propio padre, apoyado en uno de los burladeros recuperados junto a Antonio Bienvenida, no mucho antes de su trágica y absurda muerte en El Escorial. Porque hablar de la Venta de Antequera es hablar de la historia viva del toreo sevillano, que no se puede entender sin el recordado manifiesto del ganado en las vísperas de feria en esos corrales resucitados que estuvieron a punto de convertirse en un impersonal supermercado.

Tres toracos de Fermín Bohórquez y una parada de mansos recordaban aquella vocación expositiva que la actual propiedad del recinto pretende recuperar interpelando a todos los actores del toreo. Así lo pidió Francisco Jódar –que pertenece al equipo directivo– recordando que «todo lo relacionado con el toro bravo está denostado». De la misma forma, advirtió, «acciones como esta son fundamentales para su promoción y arraigo en la sociedad». Y hablando de sociedad, la de Sevilla se dio cita este viernes en este rincón de Bellavista para acompañar a la familia Rojas de la Fuente.

El sacerdote Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp fue el encargado de bendecir esta nueva etapa bajo un imponente azulejo del Señor del Gran Poder. Dueño de la escena, el cura recurrió al Nazareno de San Lorenzo –Rey de reyes– para recordar que fue Alfonso XIII el que confirió el título de real a este recinto que pisó en 1930, en coincidencia con la Exposición Iberoamericana. Una cosa trajo la otra. Jiménez Sánchez-Dalp señaló que «cuando uno pisa el albero se acuerda de España y pido especialmente por nuestra patria y por el Rey; debajo del Gran Poder pido su bendición y protección para todos». Tres golpes de agua bendita sellaron el acontecimiento. ¿Alguien da más?

UN POCO DE HISTORIA
La Venta de Antequera fue fundada en 1916 junto al viejo camino de Cádiz por Carlos Antequera, que había sido mozo de espadas del diestro sevillano Antonio Fuentes. Sus mayores esplendores llegan a raíz de su conversión en pabellón de las tierras de Jerez para la Exposición Iberoamericana de 1929. Dos años antes había servido para reunir por primera vez a los poetas de la generación del 27.

Las distintas bodegas –González Byass, Domecq, Osborne, Marqués de Mérito, Garvey, Sánchez Romero y Agustín Blázquez– se esmeraron en poner lo mejor de las artes y los oficios del arte regionalista en las distintas estancias para promocionar sus vinos en coincidencia con la muestra iberoamericana.

El preciosista recinto –apoteosis de la azulejería, la forja y la arquitectura popular– se convertiría en un referente inexcusable como escenario del manifiesto de las reses que se lidiaban en la Feria de Abril, una costumbre perpetuada a través del tiempo que fue languideciendo en los años 80 del pasado siglo XX. La última corrida expuesta en los corrales –que estuvieron a punto de ser recalificados para levantar un supermercado– fue una de Miura. La mató Espartaco en solitario en la feria de 1987. A partir de ahí llegó un progresivo abandono aunque en el imaginario de los sevillanos de cierta edad permanecía el recuerdo de un recinto unido al ocio y, sobre todo, al ambiente taurino de la ciudad.

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