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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 18 de abril de 2016

El Real Madrid no estaba muerto, estaba de parranda / por Juan Manuel Rodríguez




"...hay un equipo, el Barça, que está metido en un pozo negro y sin fondo, y otros dos, Atlético de Madrid y Real Madrid, que llegan al tramo final de la competición con el ánimo por todo lo alto y seguros de sí mismos..."

El Madrid no estaba muerto, estaba de parranda

Cinco partidos de Liga. Quince puntos en juego. Y aquí, y lo vengo diciendo desde hace tres semanas al menos, ya da igual a quién recibas, contra qué equipo juegues o su situación en la clasificación general: hay un equipo, el Barça, que está metido en un pozo negro y sin fondo, y otros dos, Atlético de Madrid y Real Madrid, que llegan al tramo final de la competición con el ánimo por todo lo alto y seguros de sí mismos. La ventaja de los dos primeros clasificados sobre el tercero es objetiva y constatable: tienen más puntos; la ventaja del Madrid, sin embargo, es que, a diferencia de sus máximos rivales a quienes se ha lisonjeado sin reparar en gastos, llega curtido en el desprecio contínuo y la falta de respeto abismal. Pero, como en la canción, el Real Madrid no estaba muerto, estaba de parranda.

El sábado, a la conclusión del partido contra el Getafe, Zidane ya no firmaba tablas, o sea ganar la Champions a cambio de perder Liga. Ojalá fuera tan sencillo, ¿verdad?... Y eso que hubo un momento en que Zizou ofició clandestinamente su entierro. Pero el Barça la ha desenterrado con su mal de altura. De Simeone hace tiempo que nadie se cree ya nada, ni siquiera los propios atléticos, y seguro que aparecerá próximamente diciendo eso de que el objetivo de la permanencia ya está asegurado. Menudo personaje el Cholo. De los tres entrenadores, Simeone es el que menos tiene que perder porque, haga lo que haga, el periodismo deportivo le tratará como a un auténtico héroe; y a Zidane lo veo muy tranquilo porque, de repente, yo creo que inexplicablemente incluso para él mismo, se abre ante él la posibilidad de luchar por una Liga que estaba perdida.

Al tercero en discordia, Luis Enrique, le ha sobrepasado absolutamente la situación. Puede acabar logrando el doblete, Liga y Copa, pero está confirmado que no es piloto para situaciones de riesgo. Cuando lo de la (anterior) crisis contra la Real Aociedad, su peculiar modo de controlar los daños fue entregarle a Leo Messi las llaves del vestuario. Se lo sugirió, al parecer, el "jefecito" Mascherano: "No te equivoques, Lucho, quien manda es aquel que va por allí, el jefezazo". Y ahora que su equipo va en caída libre, el estratega, el mago, el mejor entrenador del mundo pero sólo con los mejores jugadores del mundo, resulta que no sabe cómo reaccionar en el banquillo y lo hace fuera de él faltando al respeto a un periodista por apellidarse Malo. Tú sí que eres malo, Martínez, lo peor. Te tocó la lotería con el Barça y te has creído el Mourinho de Gijón. Pero te faltan muchos casadielles para llegarle a Mou a la suela del zapato. A ver cómo pilota el genio ahora que vienen curvas.

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