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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 30 de junio de 2016

Más seriedad para el rejoneo de hoy / por Ricardo Díaz-Manresa


Se han desmadrao. Y las diferencias son cada vez mayores y más injustas. El trato a los rejoneadores, con un público bizcochable que diría Pepe Ordóñez, es muchísimo más generoso que para los de a pie. En este artículo se analizan las circunstancias y se pide que vuelvan a mirarse en el gran Pablo Hermoso.

Más seriedad para el rejoneo de hoy

Y como continuación del artículo “¿Qué hacemos con el rejoneo de hoy?” voy a describir algunas circunstancias –de siempre, sí, pero ahora agravadas- que lo han puesto en su situación actual:

1.- El público es diferente con muchas menos exigencias que con los de a pie y la mayor parte va gratis con entradas cedidas por los abonados, a los que no les gusta en mayoría esta modalidad, o personas que lo que les gusta es ver esto y sólo van a esto y palmotean cada vez que el rejoneador se dispone a clavar y aplauden todo y celebran cualquier cosa. Mucho jovencito y mucha persona de la tercera edad, mucha suegra, seguramente con sus nietos o con niños que cuida.

2.- Los toros van reglamentariamente afeitados, con lo que no se puede comparar un riesgo con otro

3.- Los rejoneadores tras hacer el paseíllo dan su vuelta al ruedo entre aplausos. Si se atrevieran a hacer esto los de a pie se los comían vivos. Y hasta que no sale el toro, insisten en sus cabriolas y caracoleos.

4.- Durante la lidia siguen con el circo de los caballos saltando o haciendo monerías, que son tan bellas como circenses ajenas a la lidia. (Como si uno de a pie se pusiera a pegar naturales lejos, muy lejos del toro y a jalearse)

5.- Piden aplausos sin parar por cada cosa que hacen, cuando se acercan a las tablas, cuando se van, cuando cogen banderillas, rosas, rejones, rejón de muerte, cuando cambian de caballo. Siempre saludan y reciben y piden aplausos. Van por toda la plaza pidiendo el aplauso y saludando sin perder segundo por lo que muy pocos espectadores se quedan sin ese saludo

6.- ¿Quién exige más, los que piden una oreja para un espada que se ha jugado la femoral o dos para el que ha estado subido encima de un caballo? Esto último tiene muchísimo mérito de entrenamiento, doma, sometimiento del caballo para que se la juegue pero las comparaciones siempre son odiosas. Aquí no caben esas comparaciones.

7.- No tienen un 7, ni tendido hostil, que los abronque. Todo son palmas.

Ahora el público de los rejones ha bajado sus exigencias, y hablamos de Madrid, por lo que las dos tauromaquias, a caballo y a pie, cada vez están más distanciadas.

Y público tienen, ya lo creo que tienen. La penúltima en Madrid fue de “No hay billetes”. Estos espectadores son de pedir rabo pero también de vergüenza ajena. Se me ocurrió ir con mis hijos –más aficionados a los caballos que al rejoneo- ese día y nunca lo he pasado peor en una plaza de toros con tanta rejoneitis y tanta publiquitis. A los de a pie los tratan sensiblemente peor.

Ese día salió un toro manso que no hacía caso al caballo de Lea Vicens. No se movían n i la rejoneadora ni el toro y…el público bramaba llenando de improperios e insultos gordos al presidente porque no devolvía a los corrales al animal. Era un clamor. Y todo porque desconocían aquella máxima tan vieja y fundamental de que “cada toro tiene su lidia”.

Pues fue que un peón lo metió en el capote, la amazona aprovechó para endiñarle uno tras otros sus armas, con peón por medio para que embistiera y se decidiera, se olvidaron de protestar al toro y de pedir su devolución, aclamaron a Lea, tuvo la suerte de que el enemigo manso cayera pronto….y la locura. Hasta pidieron la segunda oreja con frenesí y el presidente en un acto de cordura valiente no concedió. Y otra vez los insultos gordos al presi por hacer eso.

A veces pienso que estas dos tauromaquias no deberían mezclase en las ferias. ¿Una parte sólo de rejoneo, otra de ganaderías toristas, otras de lidia ordinaria como siempre?

¿Qué hacemos entonces con las mixtas de rejoneador dos toros y para dos de pie cuatro, de diferente ganadería que la anterior?

Además fue y es muy buen negocio.

Hay que ir a la plaza y verlo. Y plantearse si volver o no. O animar a los coletudos a que saluden constantemente, pidan aplausos sin cesar, hagan aspavientos, animen al público a que los jalee, y cuando consigan algo salgan corriendo y muevan los brazos si es posible frenéticamente etc, etc y etc.Como aspas.

¿Se miden, se controlan, se quitan tanta hojarasca, se vuelven algo más serios? O si no, ¿qué hacemos con el rejoneo otra vez?

Pues imitar a Pablo Hermoso, en especial el de los primeros tiempos o el de las cuatro orejas de un San Isidro. Ahí está el modelo.

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